Título de la entrada

Mira, ya sólo el hecho de tener que ponerle un título a cada entrada me parece una gilipollez. No pienso escribir ninguno porque así todas las entradas serán iguales. La letra es la primera que no me ha hecho tener ganas de borrar el blog, y el color pues es un color sencillo, de los que no te hacen pensar y si consigue hacerte pensar pues mejor para ti. No me desahogo haciendo esto ni tampoco me desahogo dibujando, pero me gusta hacerlo. No voy a darte pena, suficiente que me la doy yo a mí misma. No te voy a contar mi vida porque todos tenemos la nuestra y porque esta gente que va dejando caer por ahí lo deprimida que está, lo duro que es todo y lo difícil y negra que es la vida en general se merece un puñetazo. Me llamo Nameless no porque tenga una crisis de identidad, cosa que no es asunto tuyo, sino porque no me apetece decirte mi nombre. Tu nombre también me importa una mierda; no me va a decir quién eres. No soy una broken heart de esas ni una incomprendida, y si lo soy es problema mío. Bueno y ahora que me conoces te voy a decir que Series.ly está saturado y me han jodido mis 20 minutos de serie, y por eso estoy aquí, haciendo el subnormal. Me he borrado la cuenta de Facebook porque me jode bastante ver a las personas felices sin mí. Como no tengo derecho a obligar a nadie a ser desgraciado pues evito vicios innecesarios. Los seres que ocupan Twitter son agobiantes de cojones con esas mariconadas de volver a ser niños. Yo no es por nada pero como en unos años me encuentre a algún personaje de estos haciendo lo mismo con su adolescencia después de despotricar de ella de esta manera le escupo. Ah, nunca he tenido faltas de ortografía, pero como veo en tantos sitios gente corrigiendo a otra gente cagándola de forma más tremenda aún voy a escribir como me salga de los cojones. Voy a tomarme el antibiótico porque tengo la muela del juicio graciosa.